Moros y
cristianos
y
“CONCORDIA MEDITERRÁNEO”
José Manuel Gironés
Presidente del Centro
UNESCO Valencia/Mediterráneo
El pasado 3 de
junio se clausuró frente a la playa de las Arenas en el mar de Valencia, la
última edición de la Multaqa de las Culturas y de las Religiones del
Mediterráneo y allí pasaron cosas interesantísimas que podrían hacernos
reflexionar sobre algo tan cercano para nosotros como la festa dels moros i
cristiansd’Ontrinyent; y, a la
vez, tan abierto y universal como el llamamiento para la reconstrucción de las
Naciones Unidas, que de forma generalizada se está extendiendo en el
mundo a golpe de telediario con imágenes ya insoportables de los que se ahogan
y con el grito desgarrador ¡vergogna!
(vergonya) lanzado por el Papa Francisco y por Francisco Rutelli o Federico
Mayor en nombre de la ONU y de la UNESCO.
Multaqa
significa en árabe lo que para nosotros
“aplec”, encuentro amistoso, abierto,
sin exclusiones, de buen rollo. Y en uno de los momentos más esperanzadores con
que declinaba el pasado siglo con la desintegración del imperio soviético en
1989, la apertura al Este y el proceso euromediterráneo, la UNESCO y su Consejo
Mediterráneo de la Cultura convocaron a finales de 1998 el Gran Multaqa
de Agrigento que establecía las bases para levantar las dos pasarelas
imprescindibles de la paz: el respeto de las identidades y la solidaridad
económica y social. El marco teórico estaba hecho y a pesar del recalcitrante
incumplimiento del derecho internacional por el Estado de Israel, siempre apoyado
por la complicidad de los Estados Unidos, el horizonte futuro del Mediterráneo
parecía despejarse. Pero los atentados del 11-S acrecentaron el conflicto hasta
extremos inimaginables, primero con el shock presencial y simultáneo al mundo entero
del hundimiento de las torres del World Trade Center (signo inequívoco del
poder de la imagen en el nuevo siglo) y a continuación la reacción
indiscriminada de un “eje del mal” puesto en evidencia por sus falsedades ante
el Consejo de Seguridad que con la guerra extendió tras la inestabilidad, el
caos y la desolación en países como Afganistán, Irak, Libia y actualmente Siria
y Yemen, deslizando hacia Europa modalidades de terrorismo suicida que hace dos
décadas no hubiéramos sido capaces de imaginar.
La UNESCO había
solicitado a la Generalitat Valenciana
en 1999 la organización en Santa Maria de la Valldigna de una Segunda
Multaqa del Mediterráneo para continuar en noviembre de 2001 la que sirvió de
gran precedente en Agrigento, pero justo dos meses antes de su celebración devino
la catástrofe. Con el mundo conmocionado por los hechos de Nueva York no
quedaba espacio mediático para exhibir los valores gastronómicos, culturales,
religiosos, turísticos, o de simple calidad de vida de nuestro mar Mediterráneo,
y tras una agria discusión en el seno de la UNESCO se convocaron sendas ruedas
de prensa, en París y Valencia, para dar cuenta de que la II Multaqa quedaba
suspendida sine-die. Nunca el gran programa mediterráneo de la UNESCO, que
prácticamente daba trabajoa una planta entera en el edificio de París Fontenoy,
volvería a recuperarse. Pero la tenacidad incansable del valenciano Pepín Vidal
Beneyto (ex -presidente del Conseil Méditerranéen
de la Culture de la UNESCO) no cesó de alumbrar invenciones y en el año
2005 y consiguió que el presidente de UNESCO en España, Luís Ramallo Massanet, acompañado
de su secretario general Pablo Barrios solicitaran (y obtuvieran) el respaldo
de la Generalitat para la creación de un
Centro UNESCO Valencia que fuera capaz de proyectarse internacionalmente -“la
doble mirada” la llamaron- hacia todo el horizonte mediterráneo cara al levante, y hacia toda la
península ibérica, incluido Portugal, en la mirada hacia poniente. Se trataba,
en la medida de lo posible,-desde Santa María de la Valldigna- de mantener viva
la llama de Agrigento, con una la edición anual de la Multaqa de las Culturas (con sus
especialidades, yumuaa del
islam, shabbath, hebrero y dominica cristiana) y lanzar algunos otros eventos de gran
proyección mundial como fueron el gran concierto del 60 Aniversario de la UNESCO
(con Daniel Baremboim, Zubin Mheta y la presencia de los tres directores
generales entonces vivos M’tar Mbow, Federico Mayor y Koichiro Matsuura) como
el Civitas
Pacisque encabezó la celebración UNESCO del Bimilenario de Augusto,
reuniendo en Valencia (foro romano de La Almoina) y Roma (monumento del Ara Pacis)
a las 24 ciudades mediterráneas hoy inscritas en la Lista del Patrimonio de la
Humanidad; ocomo el hermanamiento entre la Ciudad de las Ciencias de Valencia y
la Biblioteca de Alejandría, que entonces denominamos Jornada UNESCO de la Ciencia
Joven, y reunió a más de dos mil
jóvenes, identificados por grupos (“yo Arquímedes”, “yo Leonardo”, “yo
Marconi”, “yo Einstein”) que el 26 de octubre de 2007 batieron oficialmente el GUINESS
WORLD RECORD de lanzamiento simultáneo de flechas voladoras (2103) según
certificaron las juezas japonesas y el notario Rafael Gomez Ferrer, allí presentes, quienes
descontaron las flechas que no supieron volar desde la balconada del Museo de
Ciencias hasta el riachuelo establecido como marca.
Diez ediciones
de la Multaqa en Santa Maria de la Valldigna, y tres celebradas en Valencia en
el contexto de la Ruta de la Seda, nos han situado a las puertas de la próxima
II Gran Multaqa mediterránea de Sicilia (o Multaqa del XX aniversario de la de
Agrigento) y ha sido precisamente ésta la que hemos denominado MULTAQA de la
Concordia Mediterráneo la que nos ha aportado mejores enseñanzas en el plano de
la convivencia festera, intercultural y interreligiosa. Y cuál ha sido la clave
de esta revelación festiva. Pues esencialmente el paso de las discrepancias
intelectuales a las concordancias emotivas, espirituales y morales, con el
descubrimiento sorprendente de que en este terreno es mucho más lo que nos une a los judíos, cristianos e
islámicos que lo que nos separa.
Cuando en la Multaqa
“Factum
Maris” del año 2014 llevamos la fiesta de Moros y Cristianos como
espectáculo de cierre a Santa María de la Valldigna, ni de lejos podíamos
imaginar el potencial de sentido y sensibilidad con que íbamos a encontrarnos
apenas tres años después, al experimentar con una participación no ya
carnavalesca, de moros y cristianos de mentirijillas, sino de moros y
cristianos de verdad, cada uno con sus propios sentimientos religiosos sinceros
y refinados, cada uno con su relativo sentido del humor, cada uno con su propia excelente alteridad (es decir con
la capacidad de relativizarse, de hacerse o de sentirse transitoriamente como
si fuera otro; en todo carnaval -por un rato- el hombre se viste de mujer y la
mujer de hombre y hasta el vivo se goza de hacerse pasar por esqueleto o
calavera).
Lo dice con
verso certero nuestro impagable compatriota
Joaquín José Cervino Ferrero:
“Ven
y consiente que en ficción risueña, / Y en bullicioso retronante alarde, /El humo de la pólvora te anime/ Y el
estallar del arcabuz te halague.
“Ven
hoy a ver cómo en alegres burlas, /Recordando el valor de nuestros padres,
/Unos somos cristianos, otros moros, / Y todos en quererte ¡oh patria! Iguales.
Toda clase de
humor, según el grado de refinamiento en que se hallen las gentes, sus pueblos,
culturas y sociedades, echa las raíces
hasta lo más hondo de la condición humana. Atribuimos a otros con error lo que
es ignorancia propia y desconocimiento. Basta colocar uno al lado de otro,
pasajes de Sancho Panza tal como vienen en El Quijote, junto a pasajes del Mulá
Nasruddin tal como se cuentan aún hoy en todo el mundo islámico para ver como
son de semejantes.
Por ello, al
constatar que la ceremonia inicial de “La llamada a la oración” iniciada con nuestra Multaqa desde 2005 había
pasado de ser una iniciativa insólita a una práctica internacional cada vez más
frecuente e incluso practicada y avalada por los mismos papas, quisimos
explorar si habría espacio para un proceso de participación semejante en la
ceremonia final con el desfile de los moros y cristianos. Y el balance tras el desfile y rendición de armas -alfanges, espadas, espindargas y manguales-en
la clausura del 3 de junio, resultó a todos más que sorprendente, porque, no ya
“nuestros moros y cristianos” sino, los moros de verdad, los venidos desde la
Tarika Alawiya en Argelia, toda la noche en el barco de la línea
Mostaganem/Valencia, y los venidos con el movimiento Scout Islámico, desde
Murcia, desde Madrid, desde París y diversos otros lugares de Francia, se
sumaron a la fiesta, tanto en la fase de jolgorio como, en la fase de respeto y
sentimiento en la entrega simbólica de las armas que escenificamos a los pies
de la imagen del Santo Grial que habíamos situado delante del templo griego de
La Concordia de Agrigento.
El líder Cheik Khaled
Bentounes, al ser preguntado sobre la
posibilidad de incorporar en nuestro festejo a sus jóvenes seguidores –de firme
convicción musulmana- nos respondió que la participación sería plena y sincera;
y que si examináramos juntos algunas figuras y arquetipos como la figura del
Emir Abd El-Kader o el arquetipo del Santo Caliz de la Cena, veríamos como de
ellos emanan valores que son propios para toda la humanidad y fuentes de paz
para el mundo entero. Así, dice, el Santo Grial es de hecho una copa judía (del
siglo I) un tronco y asas tardo mozárabes cristianas (del siglo XII-XIII) y una
base pebetero islámica califal (de Córdoba siglo IX o X): Un arquetipo
fuertemente simbólico para este mundo y para este siglo.
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